Formación de Residentes: La evaluación del desempeño o de las competencias en la práctica clínica (II)

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Jesús Morán-Barrios – Unidad de Docencia Médica (Formación Sanitaria Especializada). Hospital Universitario Cruces. Barakaldo – Presidente de la Sociedad Española de Formación Sanitaria Especializada

En la primera parte de este artículo se fundamentó la evaluación basada en competencias y se analizaron los diferentes métodos de evaluación del desempeño, sus ventajas y desventajas. El presente artículo trata de clarificar los instrumentos a utilizar (formularios), cómo minimizar la subjetividad de la evaluación, cómo planificarla y cómo evitar los errores en la evaluación. Se realiza una propuesta concreta para evaluar al residente. Los métodos de evaluación del desempeño utilizan 2 tipos de instrumentos o formularios: listas de verificación o de cotejo (checklist) y escalas de valoración (rating scales), o métodos de escala.. Las listas de verificación identifican o comprueban la presencia o ausencia de determinadas competencias. Generalmente se emplean para valorar la realización de técnicas (p.ej. “indicar y realizar una biopsia renal”). Los métodos de escala permiten valorar el nivel de desempeño de tareas complejas, es decir establecer el grado de desarrollo y adquisición de esas competencias (p. ej. : “Identificar pacientes con enfermedad renal crónica y tratar las complicaciones que implican riesgo vital”, o “manejo de las alteraciones del metabolismo calcio-fósforo de pacientes en tratamiento renal sustitutivo”); son los formularios idóneos en la evaluación formativa y sumativa. Ambos formularios  deben de tener claros descriptores o criterios de la competencia a evaluar; estos criterios pueden agruparse en categorías (profesionalismo y ética, comunicación, cuidados del paciente, gestión de recursos y seguridad, etc.). Los niveles de las escalas en las listas de verificación pueden ser dos (si/no) o tres (si incluimos un nivel intermedio); en los métodos de escala hay acuerdo general, basado en estudios psicométricos, de un mínimo de 3 y no más de 7. Debemos evitar escalas solo numéricas y huir de las del 0-10 (pedagogía obsoleta). Las escalas que más reducen la subjetividad son las verbales y no las numéricas (p.ej., en función del resultado: menor de lo esperado, límite de lo esperado, lo esperado, por encima de lo esperado). Las escalas tipo rúbricas (escalas verbales desarrolladas) son las más recomendables y el mejor instrumento de información sobre el grado y progreso del desempeño y el que más minimiza la subjetividad. Los errores y la subjetividad en el uso de formularios se evitan con un adecuado diseño, detallada descripción de las competencias y de las escalas, y con la formación y colaboración de varios evaluadores. Debemos pensar menos en los métodos individuales de evaluación y más en la formación, primando el diseño de un programa integral educativo, estableciendo una clara relación entre competencias a adquirir, las actividades asignadas y el sistema de evaluación, combinando métodos sencillos.

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